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jueves, 1 de septiembre de 2016

Escuchar, observar, comprender…



No soy profesional del ámbito sanitario, pero mi bagaje vital me ha llevado a entrar en contacto durante años con los profesionales que en este campo desarrollan su trabajo.

Es obvia la diferencia entre estar trabajando en un Hospital, Centro de Salud… que estar acompañando a un familiar enfermo, con todo lo que ello implica y sin delegar responsabilidades hacia la persona trabajadora. Algo tenemos todos en común, y es que deseamos lo mejor para el paciente, seamos o no parte del engranaje sanitario.

Durante este tiempo de contacto con el sistema sanitario, me he encontrado un amplio espectro de personas. No siempre puedes ver lo que pasa a tu alrededor, es con el tiempo cuando haces el ejercicio añadido de observar cómo es la vida dentro del lugar en el que estás y donde te ha tocado convivir; qué hacen, qué dicen, cómo se comportan, cómo reaccionan frente a los dramas que suceden a su alrededor...
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Como se pueden imaginar, dentro de esta amalgama de personas se ven diversas formas de comportamientos y también de expresiones. En lo tocante al personal sanitario responden al desarrollo diario de un trabajo complicado, duro, en ocasiones pagado con desprecios, malos modos y exigencias desafortunadas. Porque un trabajo que suponga contacto directo con personas es siempre difícil y en ocasiones frustrante.

Lo que más he echado en falta es la escasa capacidad de escucha que tenemos los seres humanos, la falta de empatía y el poco cuidado con que, a veces, se dicen palabras y frases que en un momento dado pueden sumirte en el más absoluto desaliento, en vez de apaciguar o levantar el ánimo.

           “No lloren aquí, que estamos trabajando”.

           “¿Traes al paciente para quedarlo aquí e irte de puente?”

           “Total, no le quedará más de un año…”

           “No te preocupes esto se pasa”

           “No cruces las piernas es malo para la circulación”

           “No estés todo el tiempo de pie, porque no llegas a la noche”…

           “Date un paseo que no se va a ir corriendo de la cama”

Juzguen si vale la pena escuchar, observar y comprender lo que se dice en determinado momento, piensen en ponerse en lugar del paciente y su familia. ¿Qué les gustaría oír? y sin embargo ¿qué es lo que se suele decir?.
Gracias a todos los que han dicho frases afortunadas y no tan afortunadas, porque de todo se aprende, pero sobre todo gracias a los que se pararon a escuchar, miraron a los ojos e incluso tocaron. Con buena intención y un poco de paciencia, se pueden abrir las puertas del cielo, para abrir las del infierno no hay que esmerarse demasiado.    

Este artículo está escrito por Vacceo. Otros artículos suyos en este blog: Cambio de rol ¿Cambio yo?
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