Ana trabaja en Reanimación desde hace año y medio. Sus inicios fueron duros. Reanimación está incluido en el servicio de anestesia y colabora codo con codo con el quirófano, así que Ana tuvo que aprender de todo. Fueron unos meses iniciales de mucho estrés, de estar al 100%, de miedo por no estar a la altura de las incidencias. Los pacientes están inestables y es fácil que te den una sorpresa desagradable. Hay que saber anteponerse a las circunstancias. Aprender a interpretar gestos, color de piel, respiración, drenajes… antes de que suene la alarma de la máquina y pueda ser más complicado resolver el asunto.
Aquel día estaba de noche y tenía tres pacientes en la sala. Dos de cirugía mayor, que debían quedarse 24 horas y una de trauma, que recibiría el alta y subiría a planta en cuanto despertara lo suficiente y todo estuviera correcto.
Eran, más o menos, las dos de la mañana y tenía todo controlado. Estaba relativamente tranquila. Como siempre, me acompaña una auxiliar de enfermería (TCAE).
Sabía por mis compañeras de quirófano, que hacía una hora estaban haciendo una intervención de urgencia. Cirugía abdominal. Complicada. El paciente pasaría a mi unidad si todo iba según lo previsto. Si se complicaba, también habían alertado a la UCI.
En el quirófano hay de urgencia dos enfermeras y una auxiliar. Suficiente para atender cualquier urgencia quirúrgica que surja. Pero a veces, hay imprevistos. Y ese día sucedió.
Una mujer en pleno proceso de parto con una complicación, requiere cesárea urgente. No puede posponerse. El equipo de enfermería de quirófano está ocupado. Hay que desdoblar. Avisan a la supervisora de guardia, que acude inmediatamente.
En estos casos, se busca una enfermera más y se doblan los quirófanos. Las dos enfermeras quirúrgicas atienden los quirófanos como instrumentistas. Cada una en uno. La auxiliar de enfermería de quirófano se queda como circulante en uno de los quirófanos y hay que buscar una enfermera más para que atienda como circulante en el segundo quirófano.
La supervisora no localiza a nadie y acude a mi, enfermera de Reanimación.
.- Ana, tienes que entrar en el quirófano.- me comunica, segura de sí misma.
.- No puedo,- respondo.- Estoy asignada a esta sala. Tengo 3 pacientes y no puedo abandonarlos.-
.- Yo me quedo vigilando. Tu entra en el quirófano, que te manejas mejor.-
En décimas de segundo, analizo la situación:
Esta es la realidad de la propuesta.
Dejo mis tres pacientes a cargo de la supervisora (que lo es de consultas, de ahí su impericia en otras lides). Entro en uno de los quirófanos (presumiblemente en el de la cesárea, porque previsiblemente, acabará antes). Cuando termine de ocuparme de las funciones de enfermera circulante que me asigna, acompañaré al paciente a mi unidad (Reanimación) y le aplicaré el protocolo de bienvenida (tratamiento, control, cuidados, analíticas...estabilización) a la vez que recupero a mis tres pacientes y con un poco de suerte, también recibo al paciente del otro quirófano, asumiendo todas las tareas, funciones y cuidados que precise (y dado el cariz del asunto, tendré que montar el respirador)
Mientras, la supervisora habrá “controlado” a los pacientes de reanimación como te voy a contar. Acompañada de la T.C.A.E. (Auxiliar), habrá esperado pacientemente y con los dedos cruzados, a que no pase nada. En caso contrario, me iría a buscar. Y ahí se acabó el asunto (lo se por experiencias anteriores). De modo que a mi regreso, faltará todo el control de tratamientos, pruebas, mediciones de drenajes, etc, que tuviera que haber hecho en ese lapso de tiempo.
imagen URPA Hospital Universitario de Cruces Osakidetza http://anestesiareanimacion.hospitalcruces.com/10_2782/pagina.aspx |
Conclusión:
Yo llegaré con el paciente de quirófano inestable y precisando de toda mi atención, mientras “recupero” mis responsabilidades sin actualizar ni hacer.
Así que me la juego:
.- No voy a entrar en el quirófano si no me das una orden por escrito en la que asumes a los pacientes de reanimación y me eximes de responsabilidad si pasa algo. Como supervisora es tu papel resolver el asunto. Yo no me responsabilizo de todo, Reanimación y quirófano a la vez, porque es imposible, además de una sobrecarga innecesaria. Y marcharme de aquí es abandono de servicio. No abandono mis pacientes ni mis responsabilidades.
Me salió bien. Tras un breve intercambio de opiniones tipo
.- ¿Te estás negando?
.- Sí, tengo claras mis responsabilidades y las tuyas etc…
Solución:
La supervisora entró en el quirófano. En una cesárea siempre hay mucho personal habituado (ginecólogos, matronas, pediatra) y estaba instrumentando la enfermera del servicio. Además, los quirófanos estaban comunicados por la sala intermedia y la Auxiliar de quirófano estaba también fácilmente accesible.
Todo eso yo ya lo sabía. Todo salió a las mil maravillas. No hubo problemas, tampoco represalias y nunca volví a saber de la incidencia. Yo me quedé en mi sala.
Cuidé a mis pacientes como debía y asumí los dos nuevos y la carga de trabajo tal y como debía.
Todo eso yo ya lo sabía. Todo salió a las mil maravillas. No hubo problemas, tampoco represalias y nunca volví a saber de la incidencia. Yo me quedé en mi sala.
Cuidé a mis pacientes como debía y asumí los dos nuevos y la carga de trabajo tal y como debía.
PERO:
.- ¿Tenía yo razón?
.- ¿Me la jugué?
.- ¿Se trataba de un abuso de poder?