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viernes, 20 de enero de 2012

Incendio en el Hospital

      La tarde transcurrió tranquila. Sin incidencias extraordinarias. Mucho trabajo, pero todo normal. Fue pasadas las 9 de la noche cuando comenzó el movimiento.

      Una paciente entró al control corriendo. Estaba alarmada y gritaba.- ¡Nos quemamos!, ¡Nos quemamos!, ¡Se quema todo!
      Éramos dos enfermeros y terminábamos de registrar en las Historias clínicas y de preparar el parte que daríamos a la enfermera de noche.- ¿Qué pasa? ¿Qué dices? ¿Dónde?
      .- Arriba, arriba! ¡Se quema todo!

      En el piso superior estaban los dormitorios. Subimos la escalera y empezamos a notar el humo cada vez más denso y negro. No sabíamos dónde estaba el origen.
      Sin embargo, en seguida nos pusimos de acuerdo. Ya habíamos simulado aquello otras veces, aunque esto, tan real, era bien distinto. Dimos la alarma para que desde centralita avisaran a los bomberos. Cortamos la luz y el ascensor tras comprobar que no había nadie dentro. Hicimos recuento de pacientes y les instamos para que salieran todos al patio con orden. Comprobamos quién quedaba dentro y no podía salir. Por las ventanas del patio les indicábamos que cerraran la puerta del dormitorio y pusieran toallas húmedas en las rendijas para que no les entrara el humo y que se mantuvieran cerca de las ventanas.

      Enseguida llegaron los bomberos. Los que estaban en el patio les recibieron con aplausos. Les explicamos la situación. Cuántos pacientes había en el edificio y dónde. Tuvimos entonces la primera sorpresa desagradable. El edificio era muy antiguo y tenía barrotes en las ventanas a fin de proteger a los pacientes de caídas, pero estas estaban encastradas en la fachada. Se tardaría mucho en retirarlas.

      Habilitamos el gimnasio para reunir a todos y hacer recuento nuevamente. Parte del personal se hizo cargo, tranquilizando a los más nerviosos. Otros dos compañeros se ocuparon de entretener y acompañar a los que estaban encerrados. Era un primer piso y desde el patio les veíamos y nos oían bien. Una de las pacientes utilizaba silla de ruedas, era la más nerviosa. Lógico, se veía incapaz de huir y en riesgo mortal.
      Mientras, los bomberos trataban de apagar el fuego accediendo por las escaleras.

      Al final, tres pacientes con intoxicación por CO2 que tuvieron que ser hospitalizados. A la semana regresaron con nosotros. Tan sólo una paciente con quemaduras de primer y segundo grado en manos y cara. Ella fue la que originó el fuego al "despistar" un mechero y fumar un cigarro en la cama, lo que provocó que se quemara su cuarto. Se produjo las quemaduras al intentar sofocar el fuego.



      Hechos como este son poco frecuentes. Pero no por ello debemos estar menos preparados. Mantener la calma, saber qué hacer, un plan de emergencias y edificios seguros son la base para que todo quede en un susto. En nuestro caso se retiraron los barrotes encastrados y se pusieron verjas articuladas cerradas con candados. También se construyeron escaleras y salidas de emergencia.
      A veces tiene que pasar algo para que las cosas mejoren.


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