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lunes, 6 de mayo de 2013

¿Y tu? ¿Cómo das las pastillas?

      Cuando inicia su turno y tras coger el cambio, prepara la medicación de sus pacientes. Una vez lo tiene todo listo, la reparte.










      Va habitación por habitación y paciente por paciente. Primero, saluda a cada uno por su nombre de pila.  Eso le ayuda a recordarlos, a reconocerlos y memorizarlos. Ellos se sienten importantes, más seguros, mejor atendidos.
      .- ¡Aquí tiene sus pastillas Santiago!.- dice. Y le cuenta lo que le da, cómo se llama, para qué está indicado y cómo debe tomarlo.
      .- La pastillita beige pequeña, la que pone omeprazol, es el protector gástrico. Recuerde que debe tomarla en ayunas 30 minutos antes del desayuno. La gruesa y blanca es ibuprofeno, el antiinflamatorio. Es mejor que la tome después, cuando tenga algo en el estómago....

      Todas estas indicaciones a Rosa le parece que le permiten cumplir varios objetivos:
.- Prevenir errores:  Si ha habido cambios en el tratamiento y por alguna incidencia no se han transmitido correctamente, Rosa tendrá ocasión de subsanarlo a tiempo. Si al paciente le resulta nueva, se lo comentará o le pondrá pegas.
.- Afianzar sus conocimientos en farmacología. En aquellos tratamientos más habituales, indicaciones y particularidades.
.- Y lo más importante: El día del alta, cuando el paciente regrese a casa, lo hará con un conocimiento y un entrenamiento en el manejo de su propio tratamiento farmacológico. A criterio de Rosa, será un paciente más autónomo.

VEAMOS:
      Rosalía acude a su jornada de trabajo como siempre. Realiza con impecable eficiencia cada una de sus tareas. Prepara los tratamientos de todos sus pacientes. Los comprueba y administra con gran precisión y seguridad. Pero no se entretiene en educar al paciente ni en resolver sus dudas. Le remite al médico, que es quien le ha prescrito el tratamiento. Así lo hacen ella y el resto de enfermeras de la planta.
      El día que al paciente le dan el alta, recibe de su médico un informe con el listado de fármacos que debe seguir tomando. A nuestro paciente le suena tan a chino, que, o bien pregunta al médico de cabecera en cuanto vaya a por recetas, o bien prueba suerte con la enfermera del centro de Salud o cruza los dedos, esperando que al menos, se lo explique su farmacéutico. Eso si no se lo calla, baja la cabeza y se toma lo que le dicen sin preguntar ni replicar.


Y AHORA ¿QUÉ OPINAS?
      ¿Qué situación es la real? ¿Cuál es la que se debería dar? ¿Es nuestra labor educar al paciente en el manejo de su tratamiento? ¿O como yo no prescribo no tengo por qué informar ni educar sobre ello?

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