Trabajé en un Centro Rural en Andalucía. Cubríamos varios pueblos y aldeas. Teníamos un coche para hacer avisos. Hacíamos guardias de fin de semana de 48 horas y componíamos el equipo; un médico, un conductor de ambulancia localizado y una enfermera.
Eran las 7 de la tarde aproximadamente cuando nos llamaron por teléfono. Un paciente psiquiátrico llevaba varios días sin tratamiento y con ideas suicidas. Estaba muy alterado y agresivo y había tratado de matarse tirándose a un pozo. En ese momento teníamos varios pacientes en la sala de espera del Centro de Salud, de modo que mi compañero médico, decidió que no convenía que acudiésemos juntos al aviso. Yo iría sola y él se quedaría a resolver los problemas de salud de la gente que esperaba. Me dio instrucciones y partí.
Tardé poco en llegar al domicilio. A la puerta de la casa estaban la mitad de los habitantes del pueblo esperándome. Había corrido la voz. Me indicaron el lugar y me acompañaron. Entré. El espectáculo era dantesco. Una estantería tirada en el suelo, cacharros rotos, libros esparcidos, muebles descolocados, el televisor hecho añicos. Una lámpara destrozada por el suelo. Signos de violencia. Sentí palpitaciones y cómo el miedo se metía en mi cuerpo. No podía irme, medio pueblo me acompañaba. Respiré profundo y entré hasta dentro. Armada con mi maletín simulé un control y una seguridad que estaba lejos de sentir.
Al fondo tenían el patio interior. Cuadras, conejeras, cochiquera y gallinero. En el centro casi del patio, un pozo más bien estrecho.
.- ¿Dónde está el paciente?
.- Le tenemos encerrado en la porquera!!!
Observo que las puertas están trancadas con una barra de hierro. No puede salir, golpea desesperado la puerta con gran energía. Grita, insulta y amenaza. No le he visto y ya imagino la fuerza que tiene. Me cuentan que pesa unos 100 kilos (necesito saber su peso para calcular la dosis de sedante que he de ponerle). Efectivamente, ese es el pozo al que ha intentado tirarse, pero no lo ha logrado porque no cabía;
.- ¡Es porque está muy gordo! me cuenta su hermano.
Llamo por teléfono a mi compañero al Centro de Salud. Le cuento la situación. Historia clínica del paciente, tratamiento, peso etc. Me da instrucciones. He de administrar un calmante fuerte para poder trasladar al paciente. Juntos calculamos la dosis.

Unos meses después dieron de alta al paciente que volvió a casa. Los primeros días de su ingreso en un Centro Psiquiátrico, nos cuentan, estuvo deprimido y se negó a comer. Adelgazó 15 kilos. Luego pareció resignarse y centrarse. Estaba más animado, por fin tomaba la medicación. No verbalizaba ideas suicidas. No parecía haber peligro y le dieron el alta. Regresó a casa y en un descuido volvió a intentar colarse en el pozo. Había adelgazado, ya cabía por el agujero así que consiguió su propósito y murió.
Aún no soy capaz de sacar conclusiones. ¿Qué pasó? Y ¿Por qué cuando lo recuerdo me afecta?