
Le
encanta su trabajo. Se maneja a las mil maravillas. Su planta es como su hogar.
Está muy adaptada. Es un servicio cerrado y no suelen salir ni a la cafetería,
por lo que Berta es poco conocida por el Hospital y ella apenas conoce el resto
del Complejo.
Hoy
trabaja por la tarde. Está sola con una Auxiliar de Enfermería. Se llevan muy
bien, ya llevan tiempo trabajando juntas.
A
las 4 les visita el supervisor de guardia.
.- ¡Hola! –les saluda.- ¿Qué tal lleváis la tarde?
.-¡Muy bien, muy tranquilas! ¿Cómo está el hospital? –responden
.-¡Eso venía a contaros! Como ya sabéis,
estamos en mínimos de personal. Además he tenido hoy varias incidencias. Me
queda cubrir un puesto porque una enfermera no ha podido venir. He barajado
todas las posibilidades y la única solución que veo factible es que tú cubras
la baja, Berta. Al fin y al cabo aquí solo hay 3 bebés. Puede controlarlos tu
compañera y que la enfermera de escolares, que está al otro lado del ascensor,
lleve esta sala además de su planta. Ella también tiene pocos ingresados y está
de acuerdo. Debes venir conmigo. Estarás con una compañera y ella te explica.-
Berta
nunca ha estado en otro servicio, salvo en prácticas y eso fue… cuando
estudiaba. No cree que se acuerde de nada. Nunca ha ido a una planta con
adultos. Desconoce el funcionamiento, no sabe las técnicas y aunque se
acordara…las cosas deben haber cambiado mucho en estos 30 años. Está en shock,
no le salen las palabras. Un sudor frio le recorre la espina dorsal. Nota un
ligero mareo, palpitaciones y el corazón a mil por hora amenaza con escapar de
su pecho cabalgando.
Aún así balbucea.
.-¿Estás
seguro? ¡Nunca he estado en esa planta! ¡Desconozco el funcionamiento, dónde
están las cosas, los protocolos, las técnicas, las patologías! ¿Crees que puedo
resolver algo? ¿Y si algún paciente se pone mal? ¿No deberías mandar a alguien
con experiencia? Yo necesito reciclaje, entrenamiento, tiempo para prepararme…
.- No te preocupes.- Haz lo que puedas. –
Me dice.- Si tenéis algún problema me
avisáis.
Cristina
lleva una planta de medicina interna con 33 pacientes. Le ha llamado el
supervisor de turno a primera hora para advertirle que su compañera no irá a
trabajar por un problema grave y que está buscando a alguien, pero hoy el
Hospital está realmente escaso de personal y no sabe si podrá encontrar
sustituta. Cristina ha insistido en que necesita a alguien, aunque sea unas horas.
Son muchos pacientes, muy dependientes, con mucho tratamiento, curas, electros
etc… Confía en que pueda encontrar a alguien. Aunque ya cuenta con que no habrá
café ni merienda ni posibilidad de ir al WC. Cruza los dedos para que no haya
ninguna incidencia.
Entonces llega
el supervisor acompañado por una enfermera. Es una mujer menuda, ya entrada en
los 50, con buen aspecto, pero una expresión de profundo terror. El supervisor
le informa de que Berta será su compañera durante la tarde. Cuando se quedan
solas, Berta confiesa que es la primera vez que sale de su planta.
.-¿Cuál es tu planta? –pregunta.
.- Neonatología – Responde Berta.
.- ¡Dios mio! –piensa Cristina.- Quizá debí asumir la planta yo sola y
encomendarme a algún Santo que obre milagros.
Y
efectivamente, todo lo que Cristina pensó que ocurriría, sucede. Berta
desconoce todo, lo pregunta todo, le pide supervisión para todo. Se convierte
en una nueva responsabilidad y una nueva tarea a asumir por Cristina. Lejos de
tener ayuda, lo que tiene es compañía, distracción y una nueva y enorme
responsabilidad.
Berta
se pasó toda la jornada abriendo armarios y cajones, intentando interpretar
registros y documentos, respondiendo con evasivas las mil preguntas que le
hacían los pacientes, repartiendo tratamientos que no conocía ni tenía tiempo
para aprender ni consultar y delegando en su compañera todo aquello que no
sabía hacer y que a su colega le habría llevado más tiempo enseñarle que hacer
por ella. Su tarde fue la peor de su vida. Intentó ayudar a Cristina, aliviarle
el trabajo, pero se sintió inútil, fuera de lugar y acabó harta, angustiada y con
la sensación de que no había podido hacer bien nada. Esa noche no durmió bien.
Tuvo pesadillas. Y el malestar le duró toda la semana.
Cristina se la
pasó respondiendo las dudas de Berta, supervisándola, sustituyéndola y
vigilándola. Todo ello para tratar de sacar utilidad a una profesional que no
sabía nada de su servicio y probablemente no volviera jamás. Puso mucho empeño en hacer
sentir bien a Berta, intentó no enfadarse con su suerte y trató de pasar la
jornada de manera que todo funcionara. Pero, aunque Cristina era una chica
encantadora y muy educada, olvidó despedirse a la salida. Aquella había sido
una tarde infernal. Acabó con la sensación de que no había podido hacer bien ni
su trabajo ni el de Berta y que quizá le
habría ido mejor si hubiera asumido 33 pacientes ella sola.
.- ¿Debe una
enfermera estar preparada para trabajar en cualquier servicio del hospital?
.- ¿Es legal y
operativo poder mover al personal de enfermería a cualquier puesto?
.- ¿Se pone al
paciente en situación de riesgo?
.- ¿Es justo
el reparto de cargas de trabajo en cuanto a dotación de personal de unas
unidades a otras?
.- ¿Qué valor le damos los profesionales al
reciclaje?
.- ¿Entendemos
el aprendizaje permanente como parte de nuestra profesión?
.- ¿Cómo
aprovechamos las oportunidades de formación?...
Gracias a Miguel Garvi @miguel_garvi y Ruth López @_Ruthlopez por invitarme a participar en la iniciativa de hacer visible el estrés que conlleva el tener que estar listas y preparadas para trabajar en casi cualquier sitio y lugar. Iniciativa a la que me uno convencida de que debemos protestar. Os invito a participar a través de redes sociales en facebook Con L de Enfermera o en twitter @conLdeEnfermera